De sopetón aparecieron ayer los portugueses de Ditirambo en la Plaza Mayor. Había poco público en los veladores. Eran las seis de la tarde. Una hora un tanto intempestiva. Además, la mayoría de mirobrigenses desconocía que ayer, a esas horas, hubiera teatro. No es de extrañar, pues, la sorpresa que se llevaron las pocas personas estancadas en las terrazas porque nadie más pululaba por la plaza con el sol de justicia que ayer volvió a sus anchas.
Estaba fuera de la sección oficial, formando para de la off . La familia Ditirambo había montado el escenario en la plaza de Dámaso Ledesma, otrora de Cervantes y antes de los Huevos. Se trataba de poner en escena el montaje O romance da donzela Theodora , una creación de Moncho Rodríguez con música de Narciso Fernandes inspirada en la tradición del romancero ibérico. A la postre, tras la captación de gente con su improvisado pasacalles, el público se acercó hasta la plazuela y pudo seguir la llamativa puesta en escena de la primera obra de la Feria de Teatro de Castilla y León.
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Pasacalles de Ditirambo en la Plaza Mayor. |
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Cervantes
también antes de la inauguración oficial, en esta ocasión en el Teatro Nuevo, se representó el montaje Yo Cervantes tuve otras cosas que hacer , un montaje que se estrenó en Ciudad Rodrigo y en el que el afamado Juan Antonio Quintana fue el responsable de la dramaturgia y la puesta en escena. Se trata de un singular acercamiento a la figura cervantina, que aparece rodeado de marionetas en los instantes finales de su vida. Una recreación, una ensoñación, mejor dicho, de la trayectoria vital de Cervantes hecha por él mismo desde el trance final, cuando tiene "puesto ya un pie en el estribo" y está a punto de morir.
La Feria contó ayer con otro estreno oficial, aunque ya el público salmantino había tenido la pasada semana la posibilidad de ver en acción a los belgas de Magic Land Th¨atre con las mutaciones genéticas que exhiben en Fly Tox Symphonie cuando alcanzan los treinta años de trabajo en los escenarios.
La trama se desarrolló en el paraje conocido como Jardines Bolonia, en la falsabraga entre las puertas del Conde y del Sol. Ya había oscurecido, algo necesario para dar mayor impresión al auditorio. La trama: la polución es más y más fuerte en la constelación de Orión, en la cual viven desde mucho las colonias de desterrados de la tierra. Varias mutaciones genéticas han hecho con nuestro primos lejanos unos seres híbridos y criaturas inquietantes, que se apresuran a avisar a la humanidad de la amenaza, del riesgo de catástrofe ecológica para la Tierra. Un montaje de calle en el que la pirotecnia, los zancos y la caracterización llama la atención de todos los espectadores presentes.
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