Ya no es sólo Carnaval. Desde hace ocho años, ¡tan sólo!, el tiempo rodericense también empieza a medirse con la Feria de Teatro. Siempre se hablaba de un antes y un después del antruejo. Los años se marcaban con ese ecuador festivo. Ahora parece que cada año tiene dos semestres claramente diferenciados: el que tiene por epicentro el Carnaval y el que expande la Feria de Teatro. Invierno y verano, dos tiempos marcados por la fiesta y que han fijado ya su impronta en Ciudad Rodrigo.
De aquella utopía que abanderó un equipo dirigido por Juan Carlos Sánchez y que fraguó en Cívitas Animación Teatral, se ha pasado a la constatación, más que fehaciente, de la realidad a que nos aferramos en los últimos años.
Ciudad Rodrigo, sus hábitos, han cambiado. Se mantiene la tradición, el bullicio, la algarabía callejera y el calor buscado en la correrías con el toro carnavalesco. Con el difraz también... Y se adentrado con fuerza entre los mirobrigenses, también en busca de la tradición, la otra visión del disfraz, del espectáculo callejero, del sano ejercicio intelectual que supone acudir cada estío a los espacios en los que la comedia se hace un hueco, con los disparates más insospechados; en los que la tragedia también encuentra la puerta abierta, ahondando en las heridas sociales, en los desbarajustes de la civilización... Y, cómo no, si viene a cuento retrotrayéndonos a la historia, la conocida o la que se nos presenta más o menos acomodada. O, si no, refugiándonos en la risa fácil del payaso, perdiéndonos en los entresijos del disparate o sorprendiéndonos por nuestra necedad demostrada a la hora de valorar lo que hemos visto, o pretendido ver...
Las salas, las calles y plazas, los rincones que cada año se descubren para el teatro, para esta Feria de Castilla y León han tenido siempre la referencia del público, incombustible hasta saciarse, yendo de un lado para otro, como autómata, como embebido por la escena, por el espectáculo.
Y cuando acaba, como también ocurre con la otra referencia lúdica, festiva, ancestral, tal vez con una cultura diferente pero con similar acervo, el público, los espectadores caen abatidos pero pensando en la siguiente entrega, en lo que vendrá, en la siguiente programación. Pero con una diferencia: la Feria, el teatro, es universal.
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